Pensar Cuba en Tiempo Futuro
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Lexis y praxis: Otra manera de pensar la literatura (1)

Castilian literature in BCN • Literatura caste...
Por  LIZABEL MÓNICA

Contesto desde tu pregunta en torno a la contaminación para desplazarme luego hacia las maneras políticas de la literatura, pues lo que discutimos acá no es que la literatura sea política, lo que es obvio para ambas, sino cuáles son los efectos o alcances de esta política en un plano no imaginario.

Me asombra de tu pregunta sobre la contaminación que viene envuelta en la suposición de "mi insistencia en evitarla". Hubo algo pues en mi texto anterior que no debió quedar claro, y que te hizo leer una forma cerrada en torno a lo que llamas "mi perspectiva de [desde] Cuba". Aprovechemos pues para dilucidarla: no sólo contemplo la contaminación de perspectivas sino que considero vital el aprovechamiento de ese encuentro con el otro, que es el que adquiere las potencialidades de lo político.  Evitaría más bien la contaminación desde una perspectiva fija, un ponernos en el lugar del otro, que nos hace hablar por el otro sin dejar que este nos exponga su propia enunciación. Puedo decir "imagino que de estar en tu lugar", que es ya una manera política, y por lo general deja la puerta abierta para que entre otra voz, otra experiencia, en vez de "de estar en tu lugar yo habría actuado…". Es esa voz propia que no debe trasladarse hacia la experiencia ajena, incluso hacia el lugar del otro, pretendiendo alienar la diferencia desde una perspectiva única. No es posible trasladar la experiencia de un espacio a otro, la identidad misma, sin que estas se conviertan por fuerza en otras. Entonces, volviendo, es importante contaminarse, que implica no conservar un estado de pureza. Aquí vuelve a ser útil la noción de extranjería para contemplar la identidad, el lugar propios, desde las cercanías con otro(s) lugar(es) e identidad(es). La política del exilio que ve Agamben donde este adquiere suma relevancia "al romper la espesa trama de la tradición política todavía hoy dominante" y que le podría llevar a replantear la política de occidente". 

Las ideas de Agamben se relacionan bastante con las de Arendt. Para ella la política "se hace" a través de la conversación y acción entre las personas. La ley, por ejemplo, no pertenece al campo de la política, pues este último es el campo de la emergencia, donde se combinan lexis y praxis. El debate es fundamental para Arendt, el debate donde se va a expresarse y a escuchar al otro, y que nada tiene que ver con el gobierno. El terreno político, el de la discusión y el de la acción, es aquel donde no se va a "gobernar ni ser gobernado".

Otra idea de Arendt: la acción política -por medio de la lexis; la discusión, el debate- es "irreversible"  e "imprevisible". Hablando en términos de literatura: nos lleva hacia un lugar donde no habíamos estado antes, y dónde tampoco habíamos previsto entrar. Y una vez que hemos vivido esa nueva experiencia otra, ya nada será lo mismo.

Es muy notable la distinción arendtiana entre el actor (aquel que lleva a cabo la acción) y el autor (aquel que lleva a cabo el trabajo: una actividad productiva según modelos predefinidos, con un principio y un fin). El primero "inter-actúa" entre sus semejantes provocando un acontecimiento, cuyas características fundamentales son sus cualidades de irreversibilidad e imprevisibilidad.

Quisiera detenerme un momento para puntualizar que lo que estamos analizando aquí no es sólo la importancia de estas ideas, de esta manera de entender lo político, para la sociedad cubana, sino la importancia de ellas para la literatura y la sociedad cubanas. Es pensar además no en términos de una literatura sino de literaturas. Es pensar la literatura como ciudadanía, como espacio de convivencia, convivencia en la diversidad. Es pensar la literatura no desde una tradición fija, que contempla una única voz nacional sincretizada a lo Fernando Ortiz, sino una literatura imprevisible, nacida del diálogo de voces diferentes en convivencia. Para que exista ese diálogo tienen que existir todas esas voces, todas ellas deben afirmarse en el espacio público -me viene a la mente ahora, por ejemplo, el debate sobre la cuestión racial en Cuba que tiene lugar en estos momentos; un debate que trató de enmascararse bajo políticas de hibridación que conformaran ese todo único infructuoso-; es decir, deben existir todas esas literaturas, todas las que podamos imaginarnos. En Cuba se habla de literatura tratando de hablar desde "una" identidad legitimizadora, desde una Literatura Mayor que abarque a todas las literaturas menores -no en sentido deleuziano aquí. Estoy cuestionando el canon sí, pero no un canon u otro en específico, sino esa misma idea del canon. Siempre habrá una o dos literaturas que prevalezcan por encima de las otras, pero en Cuba, donde el mercado editorial no existe, donde las políticas culturales siguen un esquema moralista -judeo-cristiana, en nuestro caso-, además de la censura relacionada con la ideología gubernamental -la cual se dice fácil, pero que sabemos que no es nada simple: aquí hay políticas de sujeción del cuerpo, pero también políticas de raza, de género, etc.-, es necesario que al menos los escritores conciban la literatura no en términos despóticos, sino como una diversidad de posibilidades en convivencia. Debe existir, por ejemplo, la literatura de auto ayuda en Cuba, claro, así como la literatura pornográfica, entre otras. No pensar en términos de una literatura en mayúsculas grabada en letras doradas sobre la nación misma que debe cuestionarse, lo cual resulta muy paradógico en un medio hostil, de franca miseria, plagado de discursos marginados -en conversación con el poeta Juan Carlos Flores. 

Otra idea es que para Arendt la política, entendida de esta forma, que sólo se ha expresado en "unas pocas grandes épocas" (¿Qué es la política?, p.71), tiene como ámbito la palabra, y particularmente la palabra que crea un consenso, un acuerdo. Su referente es la polis helena -no enunciada desde un punto de vista histórico-, y el ágora, espacio de reunión e intercambio de perspectivas. Entonces, otra vez la literatura. 

Es curioso, por ejemplo, que el autor chileno del ensayo "La idea de la política en Hannah Arendt", termine confesando que no es un politées o ciudadano arendtiano, difícil de encontrar en esta época, por ser pocos los que cumplirían con los "requisitos que Arendt exige para alcanzar la condición de politées", pero que "es pertinente  preguntarse quiénes cumplen con ellos". Y agrega, "Sin duda que los hay. Quizás, el poeta César Vallejo diría: son pocos, pero son." La mención del poeta al final del estudio, donde la poesía entra como tantas otras veces para apoyar o resumir ideas cuya máxima concreción se alcanza muchas veces -sólo- a través de la literatura, es un acontecimiento que valdría tener en cuenta desde el punto de vista de mi propuesta de una literatura política al modo arendtiana.


Quedan preguntas por responder enunciadas por ti y algunas líneas mías a las que quisiera dar continuidad. Lo haré en un próximo post. Por ahora quede esto para presentar tu conferencia de hoy.


Referencias:

Hannah Arendt, ¿Qué es la política?, Ed. Paidós, Barcelona 1997.
Giorgio Agamben, Política del exilio.Traducido por Dante Bernardi. Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura. Barcelona, No 26–27, 1996
Luis R. Oro Tapia, "La idea de la política en Hannah Arendt", Revista Enfoques, segundo semestre, año/vol. VI, número 009. Universidad Central de Chile, Santiago de Chile. pp. 235-246
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Por la puerta de atrás del Edén

Por  KATERINA SELIGMANN



Contestaré tu pregunta, y a la vez indagaré las perspectivas e ideas que propones. Quisiera reconocer que este encuentro que experimento al responder, el encuentro con tus pensamientos propicia y encamina mis respuestas y agradezco la acuidad con la cual organizas tus pensamientos, sin la cual no tuviera la oportunidad de refinar y retar los pensamientos míos al respecto. Lo que quiero decir es que agradezco la contaminación de mi mente que ejerces, y en eso puede ser que tengamos divergencias tú y yo, porque insistes en no dejar tu perspectiva de Cuba ser contaminada al encontrarse con las demás. ¿Qué entiendes por contaminación al insistir en evitarla?

El pensar Cuba en tiempo futuro que se desarrolla en mi mente tiene tres elementos que de tu forma has mencionado ya, pero los reiteraré de mi manera: en primer lugar, para poder pensar en el futuro se requiere un espacio de diálogo con apertura más que a la diferencia, a la divergencia (palabra que también sin saberlo se me había contaminado de la lectura de tu blog); en segundo lugar, pensar el futuro implica necesariamente, como bien sugieres, examinar el presente circunstancial por la contingencia de las posibilidades futuras que puede ofrecer el presente, y en tercer lugar pensar en el futuro demanda imaginación y contigo comparto el compromiso con las artes y en particular la literatura como ‘avenida’ hacia lo que por su parte Agamben llama “la comunidad que viene” (título de libro).

Primero, como señalas tú, es fundamental propiciar un escenario de diálogo o mejor todavía, de foro de ideas en el cual se pudiesen ofrecer y debatir un conjunto de deseos y posibilidades para el futuro de una Cuba que, como tan bien lo propones en torno a la identidad cubana, es infinitamente pensable, porque, como también articulas muy bien con Arendt en tu blog personal, “donde llega la verdad acaba el diálogo.” Y le agregaría a esta idea que, donde llega la verdad llega con falsedad. Un principio de vida -porque al vivir es vida que primeramente compartimos al encaminar nuestra humanidad- es el cambio. En el momento en que se defina cualquier verdad o justo después, llegará el cambio mismo de lo que se define y la vigencia de la postulación verídica disipará. A lo que voy es a que comparto contigo la idea que pensar Cuba en tiempo futuro comienza con un diálogo que, tal como el que pretendemos ensayar en este blog, se abre a todas las perspectivas posibles en toda su divergencia, perspectivas que al encontrarse puedan orientar un futuro cubano en el cual ninguna autoridad, de ninguna orientación política interrumpa esa posibilidad arendtiana que propones de convivir en la diferencia. De nuevo propongo agregarle algo a la posibilidad de convivencia en diferencia que para mi también es un deseo principal, tanto para el futuro de Cuba que para la de la humanidad. Lo que agrego es el deseo-posibilidad que articula Sylvia Wynter, el de poder articular un “nosotros” que no sea excluyente como ha sido la historia de producir la etnia (y también se le podría agregar aquí la historia de producir la nacionalidad), un nosotros que no necesite definirse en distinción a un no-nosotros, que no produzca al “otro” que no quepa en el esquema de este nosotros imaginario.[1] La pregunta que tengo al respecto, y que te dirigo a ti es, ¿qué se hará con las autoridades en este imaginado pero también practicable espacio de diálogo y debate? ¿Cómo se dialoga con personas que utilizan al poder para terminar con semejantes procesos de diálogo? Creo que comienzas a contestar esta pregunta en lo que sigue:

Llevamos cincuenta años en Cuba rechazando la diversidad en aras de una razón unificadora que correspondería con el futuro del mundo. He ahí donde volvemos con el tiempo y con la esperanza de que tu discurso difiera del mío: el futuro no debería ser enunciado nunca desde una entidad monolítica colectiva, totalizadora, que agrupe bajo su égida a discursos "menores". Ningún discurso es menor. La política necesita verse en forma de redes, en vez de en forma de pirámides o capas. Redes, donde lo que nos une, son las relaciones, los puntos de contacto, que por fuerza cambian de continuo.

Aquí bien articulas un problema histórico del cual es imprescindible "divergir" para poder lograr el tipo de diálogo que imaginamos y que también se desarrolla de distintas maneras en la blogosfera cubana. Quizás sea irónico que la intolerancia a la diversidad de opiniones políticas tenga al menos similar edad con consecuencias distintas en esa Cuba que no se encuentra dentro de Cuba. Las consecencias son diferentes porque no proceden de un poder gobernante, pero sí proceden de otros tipos de poderes como de recursos que pudieran servirle a la Cuba presente. Sólo quisiera señalar lo que siento necesario repetir aunque se haya visto claramente por siglos: el rechazo de la diversidad no tiene esencia política y podría venir disfrazado tanto de uniforme militar como de saco y corbata (y no dejemos atrás a los que nos gusta usar faldas y vestidos). Es un gran reto el tipo de red que propones. Cuando dices que ningún discurso es “menor,” me pregunto si mas bien ningún discurso debería ser “mayor.” Mas que pluralidad, creo que se articula aquí una heterodoxia en la cual no pudiese haber ortodoxia, pero creo que es importante, al menos para mí, aclarar que esto también se trata del reto de una organización política que no marginalice —me imagino que a eso es a lo que vas con “ningún discurso es menor.”

El segundo elemento de pensar Cuba en tiempo futuro que también mencionas tú es la necesidad de que el pensamiento futuro sea una fuente emergente del presente circunstancial y contingente. Aunque el pasado tiene sin duda lugar en el presente, porque como explica Deleuze en Diferencia y repetición, el pasado produce “contracciones” en el presente, la tendencia de que una crítica del presente sobrevalore al pasado es muy fuerte y sería beneficioso para propiciar un pensamiento futurístico que surja este de experimentar y examinar el presente, evitando una visión del pasado que interfiera con la capacidad de ver el presente. Como bien describe Peter Fritzsche en su explicación de la nostalgia, la sobrevaloración del pasado le niega al presente la realidad que se le otorga al pasado.[2]

En el caso de la Cuba insular y dispersa, la nostalgia por un pasado imaginado, sea la nostalgia hacia la Cuba pre-Revolución o hacia la Cuba de los años sesenta, de Revolución incipiente, es un elemento para reconocer y examinar, pero me parece que como el nacionalismo (y de hecho en muchos casos como acompañante del nacionalismo) la nostalgia por un pasado imaginado heroico o utópico tiende a funcionar como un mecanismo que impide indagar en el presente. Como explica Lilian Guerra, cuando el estado cubano promueve la hipérbole triunfalista del pasado (como en su proyección sobre los héroes de la Revolución), el costo del discurso hiperbólico y nostálgico es la indagación de los problemas del presente.[3] La nostalgia por la Cuba anterior a la Revolución tiene un efecto semejante, especialmente si interfiere en la posibilidad de conocer al dinamismo y en los problemas del presente cubano. Y no hay que ser especialista del exilio para saber que tiende a la nostalgia. El pensamiento requiere de reflexionar sobre nuestras tendencias. Lo que se diga fácilmente pocas veces será pensamiento. La humanidad, como bien he aprendido de Arendt, a quien leo con voracidad a sugerencia tuya, requiere de la superación del impulso. Para conocer el presente de Cuba hay que escuchar a todas las voces posibles, aun cuando no nos guste lo que dicen. En torno a esto, tanto como producto de algo llamado Cuba y gente llamada cubana que como estudiante de literatura e historia intelectual cubana, deseo promover la capacidad del mundo y en particular de los que forman parte de la amplia comunidad cubana de recibir los pensamientos que se producen en Cuba. Fuera de Cuba nuestra comunidad tiene voces muy altas, pero sus voces tendrían más capacidad de convocatoria si estuviesen en diálogo con las voces múltiples que surgen de Cuba -aunque de pronto no articularían lo mismo—; de aquí la importancia que le veo al dejarse contaminar a través del diálogo, no hacía una igualidad imposible pero hacia un discurso político procesual y polifónico.

Tu descripción crítica (y aquí estoy entiendo a la crítica como interrogación, análisis, evaluación) de la serie de beisbol es un ejemplo perfecto de cómo conocer y dar a conocer el presente en aras de un futuro tanto deseable como posible para Cuba. Da cuenta de un nuevo fenómeno en el cual se hace espectáculo pero también se vende (es decir, se codifica) el deporte -y de una forma que de hecho es típica para ese Caribe que a veces se repite- se politiza el fenómeno. Tu entendimiento de la pluralidad de participación tanto en la serie como en el desfile de deportistas ofrece la experiencia desde aperturas múltiples, y después terminas con la voz autoritaria que luego se apropia de la popularidad del evento para propiciar la fama de los deportistas en contra de los bloggeros, como si tuviese sentido comparar al discurso blogguero con el beisbol, como si fuesen ámbitos comparables. Y me voy a atrever a preguntar algo que me gustaría entender: ¿Qué significa en el año 2010, cuando la Habana Vieja tiene sedes de las tiendas de ropa mas lujosas de todo el mundo, ser contrarevolucionario cubano? Entiendo que en la práctica puede significar varias formas de marginación y hasta violencia para aquellos a quienes que se acusa de ser contrarevolucionario, pero lo que no logro entender es la supuesta vigencia de la categoría de “revolución.” La verdad es que no me urge entender esto sino entender cómo hablar más allá de la binaria (lógicamente falsa pero de todas formas con demasiada continuidad) “contra-dentro” que existe desde que Fidel Castro se la copio a Musolini en su discurso a los intelectuales, tanto dentro como fuera de Cuba.


Escribes otra cosa muy valiosa que sirve para volver al tercer elemento de pensar Cuba en tiempo futuro que menciono, la necesidad de fomentar la imaginación. Dices tú muy bien (tan bien que dan ganas irónicamente de hacer de él tatuaje…, mejor graffiti en la calle…) que: "La potencialidad del tiempo futuro es entonces la de funcionar como concreción del pensamiento, de la identidad cubana que ponemos en discusión, no para negarla o afirmarla sino para ´pensarla´, que es atenderla, revisarla, recrearla".

Editaría solamente la última palabra porque no creo que en ningún momento se debe recrear porque sería una forma de fijarla. Cambiaría la palabra por la palabra “reimaginarla”. Mi punto de partida al estudiar la literatura también es que la literatura, aunque utilice métodos distintos de los de la esfera política, aunque no se pueda encasillar en un partido político, siempre tiene que ver con política. Creo que tanto en Rama, ya que traes ‘a la mesa’ a la Ciudad Letrada, como en la politización de la literatura, la duda es hasta qué punto la literatura trabaja en servicio ideológico de un sistema de poder político –no se trata de salvar la literatura de la contaminación política sino de vigilar lo que ofrece en torno al pensamiento nuevo, o hasta qué punto permite el mejoramiento del pensamiento hacia las posibilidades políticas. Y eso definitivamente requiere de “la inversión de capital simbolico con fines públicos”, que bien explica la cita de Rojas que te agradezco al haber compartido.

Estoy de acuerdo con tu sugerencia que mi interés en el exotismo de Segalen, que no se debe confundir con el exotismo en general, tiene mucho que ver con tu propuesta de extranjería. Lo que me interesa del exotismo de Segalen es que es una posibilidad de enfrentarse con la diferencia y de ser afectado por el encuentro, de abrirse, aunque sea incómodo, a lo que verdaderamente extraña. De una vez reconozco que es un gran reto, pero uno que, como el encuentro en el arte o en la literatura con la innovación en el pensamiento o en la capacidad de expresión, propicia la apertura de la imaginación, y por lo tanto de la diversidad de posibilidades de practicar al ser humano.

Influenciada por Althusser, recientemente me he puesto a la tarea de analizar todo lo que mi cerebro rápidamente rechaza o promulga, aun antes de yo consentir. Lo que he encontrado en esta auto-crítica que recomiendo a cualquier persona que tenga interés en conocer su, diríamos, identidad-en-flujo, es que tengo bloqueos mentales específicos a la hora de comprender a la teoría comunista, como si el haber nacido en Estados Unidos bajo Reagan significara que tuviera incorporada, estilo Brave New World, una incapacidad para digerir lo que problematizaría al capitalismo. La ignorancia profunda en este país de los desarrollos de pensamiento que han surgido de la tradición marxista me hace incluso cuestionarme una posible conspiración, por efectividad del mecanismo. ¿Por qué introduzco el tema? Porque no puedo probarlo: no puedo explicar con certeza que la ideología funciona ni exactamente cómo funciona cuando bloquea el pensamiento, pero sé que la literatura tiene la capacidad de sorprender a estos bloqueos, entrando, como decían los románticos, ‘por la puerta de atrás del Edén’.


Referencias:

[1]Sylvia Wynter, “Ethno or Socio Poetics,” Alcheringa, Vol. 2, No. 2, 1976 (pp. 76-94).
[2]Peter Fritzsche, Stranded in the Present: Modern Time and the Melancholy of History (Cambridge: Harvard University Press, 2004), p. 65.
[3]Lilian Guerra. “Redefining Revolution in Cuba: Creative Expression and Cultural Conflict in the Special Period,” Cuba: Contrapuntos de cultura, historia y sociedad (San Juan: Ediciones Callejón, 2007).
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La política necesita verse en forma de redes

Casa de la Trova, a local musical house at San...
Por  LIZABEL MÓNICA

Partimos del acuerdo de que es necesario pensar a la Cuba futura. Y necesario también que la pensemos nosotros, los cubanos. Por supuesto, hay que preguntarse en este debate quiénes somos los cubanos, y sobre todo hay que intentar que esta pregunta, como la pregunta acerca de una Cuba futura, no cierre; un deber ser es todo lo que no deberíamos pretender los cubanos en este instante. Es sabido que cuando las dictaduras o sistemas políticos muy cerrados ven fragmentado su poder, o precisan mutar a este, llevarlo hacia alguna clase de transición, pueden hallar y hallan por lo general modos de apoyo en el ethos nacional, y en el peor de los casos, en el nacionalismo.

En países de la ex-Unión Soviética lo que existe hoy, porque se estableció tras la caída -para ser precisos deberíamos decir que durante esta-, es una alianza entre nacionalismo y élites de poder.

Es para mi sintomático observar por ejemplo lo que sucedió hace unos días en Cuba a partir de la Serie de Béisbol -noviembre de 2009 a abril de 2010. Por primera vez se le dio a esta evento carácter de espectáculo y se vendieron en las tiendas cubanas, en moneda nacional -ya se hacía en cuc en departamentos de venta para turistas y en algunos puntos de venta en moneda nacional pero con baja calidad- artículos promocionales como gorras y camisetas. Además se oficializaron gestos espontáneos de los fanáticos: se colocaron letreros en lugares oficiales -tiendas, hoteles- y el mercado Carlos Tercero se encargó de confeccionar un muñecón con el icono de Industriales -el león-, para participar animando los juegos en el estadio. Al final de la serie, y tras la victoria del equipo Industriales, históricamente el equipo de la capital del país, se organizó un recorrido de los deportistas por la ciudad, pasando por las avenidas más céntricas pero incluyendo a barrios de la periferia, y se movilizó a centros laborales y estudiantiles para recibirlos en las calles. El resultado de esta última acción fue un verdadero carnaval popular, donde las calles, colmadas por personas movilizadas y fanáticos -y aquellos que sin ser fanáticos gustan de seguir una buena conga o expresarse públicamente por el centro de la ciudad sin ser reprimidos. A propósito de ello creo que el post de Claudia Cadelo  capta un poco de la sutileza de este "no pan pero sí circo"… En el discurso oficial de Luis Morlote, presidente de la Asociación Hermanos Saíz -asociación de escritores y artistas e intelectuales en la isla, la UNEAC (Unión de Artistas y Escritores de Cuba) para jóvenes- durante el Congreso de la Juventud, celebrado este mes, menciona la Serie de Béisbol, y elogia a los deportistas, diciendo que estos deberían ser los iconos en lugar de otros iconos impuestos por voluntades foráneas. Este discurso es doble, pues su destinatario -fue televisado por la televisión cubana- es por un lado popular, ámbito donde no se conoce ni se lee a los bloggeros, se conoce poco o nada sobre la muerte de Zapata y/o la huelga de hambre de otros disidentes, y probablemente no se sepa a quiénes puede referirse el funcionario cultural -aunque se desprende que es un "contrarrevolucionario" o "disidente" "pagado por la CIA"; y por otro lado, se dirige a los "contrarrevolucionarios" -los bloggeros están automáticamente absorbidos por esta palabra y fueron declarados todos "contrarrevolucionarios" en el mismo discurso- oponiendo la popularidad de la Serie de Béisbol a su agenda política. He ahí una estrategia ideológica explícita que habrá que tener en cuenta, sobre todo tras discurso el discurso de clausura del Congreso de la Juventud, por Raúl Castro. Es obvio que resulta mucho más efectiva ésta frente al desprestigio y desinformación por parte de los medios oficiales -que aprovechan la ausencia de acceso a los medios de información alternativos, como los blogs- o las razones de éticas de la voluntad de cambio social de la Revolución, muy poco populares ya. Es importante estar atentos a esto.

Volviendo a tu pregunta, creo que la frase "pensar Cuba en tiempo futuro" es precisamente una propuesta de juntar "los deseos" como dices, con "las posibilidades". Para pensar en tiempo futuro es necesario partir de un presente circunstancial, sin el cual el futuro sería abstracto y anodino, y desde él crear posibilidades. Esto lo acerca mucho a la labor creativa, razón por la cual se dice, de muchos escritores de Ciencia Ficción o futuristas, que se adelantan a los acontecimientos. Esta es una faceta muy visible de la manera política de la literatura. Desde ahí es fácil ver las dimensiones políticas del oficio de escribir. Aprovechando el giro de la última frase pudiéramos traer a colación aquello que José Ramos rescata como una de las ideas fundamentales del clásico libro La Ciudad letrada, de Ángel Rama:

"En lo que concierne al fin de siglo [se refiere al XIX], para Rama lo distintivo del campo literario latinoamericano, a diferencia de Europa, es su estrecha relación con la política, aún después de la relativa especialización de los literatos. Aunque Rama maneja (desde sus primeras lecturas de Darío) el concepto de la división del trabajo, al mismo tiempo rechaza la noción de "pureza" de la literatura en América Latina (…)" (1)

Hasta qué punto esto ha cambiado en el siglo XX es una cuestión en la que aún queda mucho por indagar. Creo que específicamente en el caso cubano y en el ámbito caribeño en general la distinción se mantiene, y tiene notoria vigencia. Esto es algo que estudié un poco en mi tesis para el curso de posgrado "Texturas del Caribe", organizado por Casa de las Américas y la Facultad de Artes y Letras (2), que ya conoces. Rafael Rojas en su libro Tumbas sin sosiego (3) ha visto tres líneas políticas de la escritura en la narrativa cubana de hoy día:  la del cuerpo, la de la cifra -"aquella que, desde el acervo de la tradición criolla (Villaverde, Meza, Carrión, Labrador, Lezama, Piñera, Sarduy, Cabrera Infante), persiste en descifrar o traducir la identidad cubana en códigos estéticos de la alta literatura occidental" (4)- y la del sujeto. Hay unas líneas que resaltaría particularmente en el estudio de Rojas por su utilidad para nuestra conversación:

"¿Cómo administran los escritores cubanos sus guerras y alianzas dentro de un campo tan diseminado? A mi juicio, por medio de políticas intelectuales de la escritura, es decir, de formas específicas de invertir el capital simbólico de sus poéticas con fines públicos." (5)

En estos momentos termino de preparar un volumen que analiza algunas obras de la literatura cubana actual -escritores contemporáneos vivos- revisando precisamente sus articulaciones políticas; hay muchos estudios de poesía aquí, pero también de narrativa. Una narrativa más reciente, de autores jóvenes, una generación literaria emergente que aún no se vislumbra desde fuera y paradójicamente se le presta también poca atención dentro de Cuba. Esta literatura maneja códigos diferentes, leen y ponen en práctica una política de escritura que los -nos- distancia de la generación de los noventa.

Todo esto corresponde al campo que he denominado, del que nace, la frase "pensar Cuba en tiempo futuro": como te decía, la literatura tiene la capacidad de imaginar, de crear futuros posibles o como decía Deleuze "inventarse el pueblo que falta"… Es ahí donde entra otra de las cuestiones que enuncia tu pregunta, que tu escribes de manera que abarca al mismo tiempo otras cuestiones, y que el escritor Enrique del Risco, planteó de manera concisa en una pregunta: ¿Qué país queremos? -a raíz del reciente post en mi blog (Iniciativa OZT y sociedad civil: El debate que vendrá). De muchas maneras el post de mi blog está escrito en torno al tópico que interrogas; "pensar Cuba en tiempo futuro": es propiciar un debate -punto sobre el que insisto en el post- en torno a la Cuba futura, al país que queremos, pero esto implica necesariamente cuestionarnos la Cuba actual: el país que tenemos, y como es obvio nos hace cuestionarnos también nuestro pasado. La potencialidad del tiempo futuro es entonces la de funcionar como concreción del pensamiento, de la identidad cubana que ponemos en discusión, no para negarla o afirmarla sino para "pensarla", que es atenderla, revisarla, recrearla. Arendt lee la presencia de un espacio público potencial en su acercamiento crítico a Kant a través de la capacidad de imaginación -veáse de Beatriz Porcel "La configuración de lo político en Hanna Arendt", 2001 (7). En tu trabajo de curso sobre Segalen, donde lees desde las cercanías de este autor con Marc Guillaume, Georges Simmel e Inmanuel Kant,  escribes:

"Ce qui est clair de cette définition d’exotisme est que l’exotisme pour Segalen n’est pas un effet esthétique. L’exotisme chez Segalen n’est pas non plus l’idéologie qui fait de la différence un fétiche. C’est un pouvoir l’exotisme de Segalen, un pouvoir de l’imagination, de la pensée."

Ahí va una de nuestras convergencias: como en el "exotismo" que tu desarrollas, de la misma manera que en la "noción de extranjería" en mi tesis, se llega a una manera de pensar imaginando a través de la literatura, o de imaginar pensando. Pensar y escribir políticamente, como puede verse en tu cita de Segalen: "(…) la sensation d’Exotisme : qui n’est autre que la notion du différent : la perception du Divers ; la connaissance que quelque chose n’est pas soi-même ; et le pouvoir d’exotisme, qui n’est que le pouvoir de concevoir autre (…)"… En mi post digo no hay una Cuba, y es necesario pensar -a esta- desde la diversidad. Esta es el pensamiento que entiendo como eminentemente político, el que concibe el diálogo entre discursos, aquel que coloca sobre el tamiz distintas maneras de asumir el espacio público común. Una comunidad geográficamente dispersa, sí, eso es clave, la diáspora no debe quedar fuera en ningún sentido de la imaginación de esta Cuba futura, a eso llama el debate de mi post y a eso se dirigen iniciativas como la que emprendemos tú y yo en este blog. Si nos referimos a lo mismo o no, no lo sé, y espero que no. Porque creo que el diálogo político que anuncio en mi post es el que precisa de encontrar los puntos comunes en una agenda política desde la micropolítica de imaginarios diversos. Llevamos cincuenta años en Cuba rechazando la diversidad en aras de una razón unificadora que correspondería con el futuro del mundo. He ahí donde volvemos con el tiempo y con la esperanza de que tu discurso difiera del mío: el futuro no debería ser enunciado nunca desde una entidad monolítica colectiva, totalizadora, que agrupe bajo su égida a discursos "menores". Ningún discurso es menor. La política necesita verse en forma de redes, en vez de en forma de pirámides o capas. Redes, donde lo que nos une, son las relaciones, los puntos de contacto, que por fuerza cambian de continuo. Cuando Zizek dice, "me gusta el racismo", con su habitual práctica de subversión del arma de doble filo de lo "políticamente correcto" -en el caso latinoamericano, y cercano a la literatura, Rojas enuncia la útil conceptualización de "subalternos hegemónicos" (8)-, no está diciendo que le gusten las prácticas racistas, sino que le gusta que exista la diferencia, algo cercano al "exotismo" de Víctor Segalen, quizás. Las prácticas son las que deben ser enunciadas desde puntos comunes, no las identidades. Y al mismo tiempo unas y otras deben verse en correspondencia, so pena de homogenizar o instituir una hegemonía racista demagógica. Entonces, no debemos ni somos iguales, ni nuestra Cuba ha de ser la misma. Nuestra Cuba por cierto debe ser lo que resulte desde la emergencia de nuestras maneras por fuerza distintas de proyección. En este sentido, tampoco puedo o quiero imaginar qué se piensa de Cuba. Quiero interactuar con otros imaginarios, sin pretender absorberlos en el mío. En el estudio citado Porcel ve el vínculo de la "capacidad de imaginación" con la "imparcialidad" que Arendt explica de esta forma: "es un punto de vista desde el cual examinamos, observamos, formamos los juicios y...para tomar los propios términos de Kant, donde reflexionamos"(9). Escuchar a otro es, muy bien descrito por Porcel, es estar "atento a todos los puntos de vista; el pensamiento ampliado proviene de hacer abstracción de los límites que, de modo contingente, son característicos de nuestra facultad de juzgar, es decir, salvar el hábito del interés particular". Entonces, más bien prefiero preguntarte ahora: ¿qué significa para ti pensar Cuba en tiempo futuro?

Notas:

(1) Desencuentros de la modernidad en América Latina. Literatura y política en el siglo XIX. Fundación Editorial El perro y la rana. Venezuela, 2009. p. 139.
(2) "Estudios del Caribe hoy: hacia una noción de extranjería". 50 páginas. Inédito.
(3) Frase que forma parte de una correspondencia personal a partir del post Iniciativa OZT y Sociedad Civil: El debate que vendrá.
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Pensar Cuba en tiempo futuro: ¿a qué se refiere?

Por  KATERINA SELIGMANN



Liz, me gusta mucho esta frase que has inovado, "pensar Cuba en tiempo futuro" porque refleja una práctica de varios retos a la vez: pensar, pensar Cuba, y pensar en tiempo futuro. Se me ocurre que la razón por la cual es un gran reto aproximarse al futuro es que se compone el futuro tanto de deseos como de posibilidades, pero no siempre se cruzan los deseos con las posibilidades. Tengo la hipótesis que tú y yo compartimos algunos deseos posibles, aunque no fáciles de lograr, para el futuro de Cuba, pero no estoy segura si los compartimos porque no lo hemos discutido suficiente. Por ejemplo, al decir Cuba, ¿nos referimos a lo mismo? ¿Nos referimos ambas tanto a la isla como a una comunidad geográficamente también dispersa? ¿A qué te refieres tú con "Cuba"? ¿Qué imaginas que se piensa, o mejor aún, piensas tú al "pensar Cuba?"? ¿Qué significa para ti entonces, pensar eso que llamas "Cuba en tiempo futuro"?
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¿Quiénes somos?

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Desde Cuba

Lizabel Mónica es escritora, artista multidisciplinaria, editora y promotora cultural cubana. Fundadora y coordinadora del proyecto Desliz (www.desliz.net.tc) y la revista homónima (www.revistadesliz.net.tc). Su blog personal es http://palaDeOinDeleite.blogspot.com

Para comunicarte con Lizabel
puedes escribir a
lizabel.pensarcuba@gmail.com

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Desde Estados Unidos

Katerina González Seligmann es escritora, traductora y estudiante de letras caribeñas. Es de familia cubana por un lado, de familia colombiana y hebreo-austriaca por otro lado. En Brown University estudia hacia un doctorado en literatura comparada.

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